miércoles, 23 de septiembre de 2009

Aikido VS Aï-Doï

La eterna polemica para los practicantes de este noble arte marcial, el aikido , evidentemente, resurge en el espíritu de este tribulado guerrerero, cuando el otro día pudo leer en una breve reseña publicada en una conocida revista de artes marciales (¿La única?), las características de la enésima escisión de nuestro querido Do.
Aikido: El camino de la unión con la energía.
Aï-Doï: Consentimiento hacia la unión.
El fundador del estilo ó metodo, el Aí-Doï, como ellos prefieren llamarlo es el Monje Zen francés Daniel lazennec y está baasado en las enseñanzas del maestro Kobayashi de aikido en la parte técnica, del monje y maestro Zen Kaisen, en la parte filosófica, y en el Hatha Yoga en cuanto al acondicionamiento "físico", por decirlo de alguna manera, aunque probablemente sea una amalgama de todo , y todo interactúe con todo.
Los principios que conforman esta escuela, según su fundador,el maestro Lazennec, son tres:
1. Atención
2.Gesto.
3.Verticalidad
La atención para ser conscientes de nuestros actos en todo momento, ...Vamos el Aquí y el Ahora, de toda la vida, ¿Simplificando el concepto, quizás, para ganar mas adeptos entre las pragmaticas mentes occidentales?.
Gesto de no violencia, atención a no generar semillas de violencia. Tal vez , el empeño de llevar un paso más alla la idea del maestro Tohei al crear su propio estilo, pero con la diferencia de que el maestro Tohei al menos respetó los canones de enseñanza del fundador.
En cuanto a la verticalidad, según palabras del propio maestro, es la posición del despertar, la posición de los Buddhas. en fín una manera de ganar adeptos por la promesa del esfuerzo mínimo, al menos tecnicamente.¿Algo nuevo hasta el momento?
Ellos no trabajan con armas, utilizan "elementos de trabajo" puesto que en su filosofía no entra "el promover los espíritus guerreros".
No trabajan con el Bokken y el Jo, y en su lugar utilizan un Kyusaku especie de atizador con dos puntas, con el que se golpea en el hombro al adepto de la meditación Zen cuando se queda dormido o pierde la atención. Elemento este adaptado, a modo de bastón o Jo, dado que por lo que puedo entender adopta su largura. !Ah! Eso sí, solo lo utilizan los hombres, así como hombres y mujeres practican juntos pero no revueltos, tomando como excusa el seguimiento del orden natural del Yin y el Yang.(¿Machismo encubierto quizás?).A modo de opinión, personal esto huele a secta que tira para atras.
Aunque mirándolo por el lado práctico sería la solución ideal, para acabar con la polémica entre los que preconizan el aikido como lo que és, entre los cuales me encuentro, es decir un Budo, un Arte Marcial, y los que ni siquiera seguir el estilo del maestro Tohei, les parece suficiente para degenerar el arte, con todos mis respetos para el maestro, ya que fue uno de los primeros instructores designados por Ueshiba y por algo será.
Los "practicantes" de este último grupo han encontrado su "Do".
"El guerrero de la Luz escucha con respeto la estrategia de Gandhi. Y no se deja confundir por personas que son incapaces de llegar a ningún resultado, viven predicando la renuncia."
M.G.L de Paulo

lunes, 14 de septiembre de 2009

Modernos trovadores (II)

Sin tener la mas mínima idea de que este artículo del maestro Perez Reverte ya había sido publicado en su momento en el Semanal XL , y que a continuación reproduzco con permiso del mismo y de Santa SGAE, como mero homenaje al que me parece el maestro indiscutible del columnismo coherente y al cual ya propuse en otro foro de los que suelo participar como miembro honorario expuse pobremente yo, mis sentimientos, en la anterior entrada viniendo a decir practicamente lo mismo.
Sirva este plagio total como homenaje y rendimiento de pleitesía y admiración al maestro.

PATENTE DE CORSO
Corsés góticos y cascos de walkiria

ARTURO PÉREZ-REVERTE | XLSemanal | 16 de Diciembre de 2007

No soy muy aficionado a la música, excepto cuando una canción –copla, tango, bolero, corrido, cierta clase de jazz– cuenta historias. Tampoco me enganchó nunca la música metal. Me refiero a la que llamamos heavy o jevi aunque no siempre lo sea, pues ésta, que fue origen de aquélla, es hoy un subestilo más. Siempre recelé de los decibelios a tope, las guitarras atronadoras y las voces que exigen esfuerzo para enterarse de qué van. Las bases rítmicas, el intríngulis de los bajos y las cuerdas metaleros, escapan a mi oído poco selectivo. Salvo algunas excepciones, tales composiciones y letras me parecieron siempre ruido marginal y ganas de dar por saco, con toda esa parafernalia porculizante de Satán, churris, motos y puta sociedad. Incluidas, cuando se metían en jardines ideológicos, demagogia de extrema izquierda y subnormalidad profunda de extrema derecha. Etcétera.

Sin embargo, una cosa diré en mi descargo. De toda la vida me cayeron mejor esos cenutrios largando escupitajos sobre todo cristo que los triunfitos relamidos, clónicos y saltarines, tan rubios, morenos, rizados y relucientes ellos, tan chochidesnatadas ellas, con sus megapijerías, sus exclusivas de tomate y papel cuché, y toda esa chorrez envasada en plástico y al vacío. Al menos, concluí siempre, los metaleros tienen rabia y tienen huevos, y aunque a veces tengan la pinza suelta y hecha un carajal, éste suele ser de cosas, ideas, fe o cólera que les dan la brasa y los remueven, y no de cuántas plazas será el garaje de la casa que comprarán en Miami cuando triunfen y puedan decir vacuas gilipolleces en la tele como Ricky, como Paulina, como Enrique.

Pero de lo que quiero hablarles hoy es de música metal. Ocurre que en los últimos tiempos –a la vejez, viruelas– he descubierto, con sorpresa, cosas interesantes al respecto. Entre otras, que esa música se divide en innumerables parcelas donde hay de todo: absurda bazofia analfabeta y composiciones dignas de estudio y de respeto. Aunque parezca extraño y contradictorio, la palabra cultura no es ajena a una parte de ese mundo. Si uno acerca la oreja entre la maraña de voces confusas y guitarras atronadoras, a veces se tropieza con letras que abundan en referencias literarias, históricas, mitológicas y cinematográficas. Confieso que acabo de descubrir, asombrado, entre ese caos al que llamamos música metal, a grupos que han visto buen cine y leído buenos libros con pasión desaforada. Ha sido un ejercicio apasionante rastrear, entre estruendo de decibelios y voces a menudo desgarradas y confusas, historias que van de las Térmópilas a Sarajevo o Bagdad, incluyendo las Cruzadas, la conquista de América o Lepanto. Como es el caso, verbigracia, de Iron Maiden y su Alexander the Great. La mitología –Virgin Steele, por ejemplo, y su incursión en el mundo griego y precristiano– es otro punto fuerte metalero: Mesopotamia, Egipto, La Ilíada y La Odisea, el mundo romano o el ciclo artúrico. Ahí, los grupos escandinavos y anglosajones que cantan en inglés copan la vanguardia desde hace tiempo; pero es de justicia reconocer una sólida aportación española, con grupos que manejan eficazmente la fértil mitología de su tierra: Asturias, País Vasco, Cataluña o Galicia. Tampoco el cine es ajeno al asunto; las películas épicas, de terror o de ciencia ficción, La guerra de las galaxias, Blade Runner, Dune, las antiguas cintas de serie B, afloran por todas partes en las letras metaleras. Lo mismo ocurre con la literatura, desde El señor de los anillos hasta La isla del tesoro o El cantar del Cid. Todo es posible, al cabo, en una música donde el Grupo Magma canta en el idioma oficial del planeta Kobaia –que sólo ellos entienden, los jodíos– mientras otros lo hacen en las lenguas de la Tierra Media. Donde Mago de Oz alude –La cruz de Santiago– al capitán Alatriste y Avalanch a Don Pelayo. Donde los segovianos de Lujuria lo mismo ironizan sobre la hipocresía de la Iglesia católica en cuestiones sexuales que largan letras porno sobre Mozart y Salieri o relatan, épicos, la revuelta comunera de Castilla. Y es que no se trata sólo de estrambóticos macarras, de rapados marginales y suburbanos, de pavas que cantan ópera chunga con corsé gótico y casco de walkiria. Ahora sé –lamento no haberlo sabido antes– que la música metal es también un mundo rico y fascinante, camino inesperado por el que muchos jóvenes españoles se arriman hoy a la cultura que tanto imbécil oficial les niega. El grupo riojano Tierra santa es un ejemplo obvio: su balada sobre el poema La canción del Pirata consiguió lo que treinta años de reformas presuntamente educativas no han conseguido en este país de ministros basura. Que, en sus conciertos, miles de jóvenes reciten a voz en grito a Espronceda, sin saltarse una coma.

Mis respetos maestro

Ah! Y mi agradecimiento a mi amigo Jaime quien me ha enviado el enlace de este sublime artículo, al cual supongo que se lo habrá recordado la lectura de mi anterior entrada.